Cómo ya les había contado no estoy
consumiendo alcohol y estas son algunas de las conclusiones que he sacado de
andar en este plan:
1. Que contarle a
la gente que uno no consume alcohol es como salir del closet. Durante estas
últimas semanas, o por lo menos durante este periodo inicial cuando he ido a
alguna actividad social o cuando me he reunido con los amigos o cuando he
conocido a alguien nuevo, he tenido que contarles que no bebo. Inicialmente su
respuesta ha sido echar para atrás la cabeza y observarme con desconfianza; me
miran y esperan encontrar razones traumáticas por las que no quiero tomar
más cerveza. Quieren escuchar un drama profundo, una historia con gritos,
mentadas de madre, un robo, un accidente, sexo casual salido a mal y lagunas
mentales. De eso si ha habido pero muy poco, la verdad.
2. Qué si uno no
bebe está trabajando. La otra noche estábamos en la apertura de un evento en el
espacio de arte que yo coordino con unos amigos, casi a la media noche yo
estaba cansando, aunque contento y me estaba divirtiendo mucho. En esas
volvimos al tema por alguna razón y después de conversar un rato, Marcela me
dijo: “entonces, tú en este momento estás trabajando”. Esa idea me quedó
rondando en la cabeza porque parece que hay una delimitación muy clara de lo
que constituye para nosotros los momentos de trabajo y los de esparcimiento y
esa línea es la del consumo de alcohol. Cuando uno trabaja no puede beber y
cuando bebe es porque ya no está trabajando. Entonces ¿yo estoy trabajando todo
el tiempo? Será que mi animo y mi voluntad de no beber me han condenado a estar
siempre en modo trabajar?