jueves, 28 de diciembre de 2017

Miscelánea de cosas del 2017


Tengo una hora casi para que la ropa esté lista. Mientras eso pasa miro por la ventana y pienso. El otro año veré a Paula y si soy afortunado dictaré una materia nueva en la universidad. Constantemente le doy vueltas a unos contenidos que aun no he planeado pero que me emocionan: arte. Me gusta la idea de enseñar de arte y hablar sobre arte aunque no lo haya hecho en mucho tiempo. 
Ha pasado ya un año y medio desde que entré a trabajar en la escuela. Ha sido un periodo intenso. Antes de la escuela no había tenido por mucho años algo parecido a un trabajo estable; permanecí desde la última vez que dicté una clase de inglés en un estado de freelancismo que me tuvo viajando por todos lados, ganando o mucho o nada. Ahora tengo algo cercando a una estabilidad, un grupo de trabajo maravilloso con un jefe amigo y un ingreso fijo cada mes y por eso pude comprar un apartamento. Completé la cuota inicial con mi mamá y lo compré. Y ahora soy un home owner con una hipoteca. Estoy cerca de la independencia económica y de algo parecido a una vida propia.

Todas las noches antes de dormir pongo la cabeza sobre la almohada y digo gracias. Le agradezco al universo por permitirme luchar para conseguir esas cosas que me ha otorgado, por el trabajo, por la prosperidad y por la alegría. La alegría de estar completo y sano, por tener a mi familia en perfecto estado y por permitirme compartir con ellos estos últimos días del año: papá sonríe con casa y su núcleo familiar; mamá viaja y disfruta en la playa aunque le duele el hombro; mi hermano tiene su trabajo que lo enorgullece y su cara va siempre del malhumor a la sonrisa enamorada, con él nunca hay un punto medio; yo miro con alegría el año que se acaba y espero a que la lavadora termine y a que suene el teléfono.

No me puedo quejar, termino el año bien, contento, saludable y hasta un poquito, solo un poquito, enamorado.

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