domingo, 1 de marzo de 2015

Pensadera de domingo sobre la vida y la muerte (¿sobre que mas puede ser?)

El abuelo está en el hospital de nuevo. Esta vez no es por un problema psiquiátrico como hace seis meses sino por una infección estomacal. Lleva un par de días internado  con supervisión permanente. Hoy fui a visitarlo, estuve allí una hora antes de volver a casa. Estaba dormido así que no fue posible hablar con él o escucharlo.

Mi abuelo, Heriberto, tiene ochenta y ocho años, lleva casi setenta casado con mi abuela, tiene ocho, seis hombres y dos mujeres. Sus nietos son mas de treinta y sus bisnietos son algo así como diez. A pesar de que sufre de Parkinson y del corazón tiene unas férreas ganas de vivir. El sueña con llegar a los cien años con su esposa y su familia.

Debido a sus padecimientos y la vejez natural ahora le cuesta mucho movilizarse y hablar. Camina de la habitación al comedor o al baño con la ayuda de un cochecito caminador. Cuando habla se le entiende poco, pero se hace entender. A pesar de su edad es de buen comer y de buen dormir. Sin embargo a veces tiene este tipo de crisis que lo llevan al hospital.


Cuando algo como esto pasa es inevitable pensar que el abuelo, igual que todo el resto de seres humanos, va a morir. Y seguramente no pasará mucho tiempo antes de que eso pase. Eso siempre ha sido motivo de discusión entre los miembros de la familia. Ya todos estamos informados de que si le llega a dar otro sincope y estamos ahí tenemos que hacer que le llegue la sangre a la cabeza recostándolo y poniéndole las piernas en alto. Entendemos que este tiempo que estamos gozando con él es un privilegio, porque otro cuerpo en su posición ya se habría rendido.

Hoy, cuando salí de la clínica, me puse a pensar en que no recuerdo como era el abuelo antes. Antes quiero decir cuando no era un anciano. He tenido 32 años para conocerlo, ha estado siempre presente en mi vida, pero no recuerdo como era cuando tenía 60 o 70, antes de que ya no pudiera hablar bien y no pudiera desenvolverse con facilidad. Tengo recuerdos cortos de cuando estaba pequeño, de cuando tenía sus negocios, de cuando nos cuidaba, recuerdo su imagen en fotografías de cuando tenía el pelo negro y estaba repuesto, pero no recuerdo su voz, ni su acento, ni sus dichos, ni de lo que hablaba. Siente que necesito con urgencia recuperarlo, verlo en videos, recordarlo como era antes de que parta.

Soy un ser humano con una memoria limitada, no puedo recordarlo todo y seguro por eso los recuerdos de mi abuelo “joven” no se han mantenido. En cambio a mi abuela si la recuerdo, o creo que la recuerdo, tal vez porque no ha cambiado tanto como el abuelo. Ella se ha mantenido, su voz y su acento paisa siguen iguales que siempre, sigue contando sus chistes y repitiendo sus refranes con total claridad. Sigue diciéndome “Luisito ¿quiere tinto?” para burlarse de mi. Tal vez este blog no debió llamarse Lolo el Rolo, sino el Bobo Luisito.

Espero poder recuperar algo de la memoria. Tal vez busque entre los recuerdos y vea algunos videos. Espero que eso me calme la angustia. Espero que el abuelo se mejore, espero tener algún día una familia como la que él tiene, aunque mucho mas pequeña, no se si quiero tener hijos, pero si quiero alguien con quien compartir la vida. Espero seguir escribiendo y seguir leyendo. Espero seguir viajando y caminando hasta que el cuerpo no me deje mover con las piernas. En ese momento espero viajar con la imaginación o con la memoria y con las teclas del computador.



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