sábado, 21 de febrero de 2015

Las segundas oportunidades son una mala idea

La semana pasada un amigo caricaturista y cuarentón le preguntó a sus seguidores en Twitter si creían en las segundas oportunidades. Las respuestas nunca llegaron. Nadie se molestó en decirle a Miguel lo que todos ya sabemos: las segundas oportunidades son una mala idea.

Visité a mi amigo Miguel en su casa de Suba el seis de febrero. Me sorprendió"as ﷽﷽﷽﷽﷽﷽l aricaturista, e. endison una mala ideando un error. nte mi visita "ea. nadie e mas se molest del peque.
una mala id ver que había aumentado de peso, estaba pálido y ojeroso. El otrora saludable nadador se había transformado debido a que su marido –el chico con el que había compartido cobijas, cuentas, comidas y fiestas durante los últimos tres años– había decidido dejarlo. El pobre Miguel no podía hablar sin enredarse cuando me contaba que “el Monstro” , como lo llamaba, se había marchado con todas sus pertenencias justo antes de navidad.


El vacío que había dejado el novio era evidente. Se había llevado todo lo que alguna vez le aportó vida y alegría a la casa. Su ultimo rastro visible era una caricatura hecha por Miguel sobre un cartón viejo de caja con marcador morado. El dibujo del Monstro estaba puesto de cabeza y servía para cubrir un hueco en una puerta rota. Miguel parecía no notarlo ya.

Confirmé ayer que Miguel y el Monstro están de nuevo juntos. Miguel publicó un tweet en el que afirmaba que esperaba que el muchacho regresara de la universidad para cenar. Me imagino la cara de ponqué de mi amigo caricaturista, me alegro por él. Sin embargo mantengo presentes las palabras que me dijo en esa última visita: “aunque no se porqué todo se acabó, tampoco entiendo porqué seguíamos juntos”. Ante sus palabras yo no tuve nada que añadir, tampoco nadie honró su tweet con una reacción. El silencio fue la unánime respuesta.


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