martes, 17 de febrero de 2015

Te vas como el que apaga la luz, ensayo poético con @Julianadelaurel #poesía

En el invierno de 2005 yo vivía en una casita de ladrillos pintados de rojo que compartía con una japonesa, un filipino y una turca. Mi habitación estaba en el segundo piso, justo encima de una sala de paredes amarillas. Allí se hospedó Esteban, un amigo costarricense que llegó de visita al norte de Londres, de paso para Europa.
Esteban tenía tres años mas que yo, 26. No era muy guapo pero a mi me encantaba su piel blancuzca, su pelo negro bien crespo y como cantaba. Durante las dos semanas que se quedó en mi casa comíamos siempre juntos, caminábamos bajo la lluvia, íbamos a museos, al cine y charlábamos todas las noches hasta entrada la madrugada. Nos reíamos mucho. La noche de navidad nos quedamos juntos, hicimos el amor y descubrimos que estábamos enamorados. La mañana siguiente él mencionó que aquello era algo que debía haber pasado hacía muchísimo tiempo.

En febrero Esteban me escribió desde Roma, mencionó que tenía un regalo para mi. Un amigo suyo le había entregado una caja con un diario. Lo había leído pero no le había encontrado mucho sentido. Prefería dármelo a mi para que yo hiciera algo con él, una obra de arte, un nuevo libro, una canción. 
Diez años después decidí incluir algunas de las páginas de ese diario anónimo en el manuscrito que estoy escribiendo ahora. Ese manuscrito tiene como base una serie de historias que he escrito y recolectado desde el 2007. Releí después de los años el diario que Esteban me regaló y encontré que sería una muy buena idea convertir una de las cartas allí incluidas –dirigida a un Tal Gregorio– en un poema y tal vez hacerlo la introducción. Pero yo nunca he escrito poesía. O por lo menos no algo que yo considere como tal.
Juliana si tiene experiencia con la poesía, o por lo menos un gusto mayor que él mío por ella. Me dijo que si quería escribir poesía debía redactar frases cortas, preguntarme bien lo que sentía o pensaba, escribir una carta, leer poetas. Lo intenté, pero mi cercanía emocional con el diario y con las palabras del amante no me permitieron transformar esas palabras en algo nuevo. Por eso la amiga escritora quedó comisionada como poetisa para hacer que las imágenes de la carta tuvieran una nueva forma. 

Juliana no se limitó a transformar lo que el amante ya decía, contó una historia nueva a partir de las palabras dedicadas a Gregorio. Logró crear imágenes nuevas que se sostienen por si solas y por eso el poema que escribió me gusta tanto. Estas son sus magníficas palabras:  

TE VAS COMO EL QUE APAGA LA LUZ

Te vas como el que apaga la luz,
Y ya ni siquiera puedo verme a mí mismo.
Tan solo queda el destello de algo brillante,
Tu silueta, grabada en mis ojos,
Tú y un café,
Tú y una noche que suena a redoblante.

Te vas como el que apaga la luz,
Y mi única salida es esconderme,
Imaginar tu aroma a chocolate,
Arroparme con la sombra,
Buscar a ciegas las instrucciones de lo que vendrá.

Te vas como el que apaga la luz,
Y yo te digo, te grito, que esperes.
Pero tú crees que yo he desaparecido,
Que me he vengado,
Que le has apagado la luz a un cuarto vacío.

Será mejor que apagues la luz
Antes de ver tus labios apretados
Y la mirada desconfiada.
Creerás que no soy tan bueno,
Que siempre termino escondiéndome
Y que mis manos están vacías para ti.

La luz está apagada, lo sé,
Nuestra lucha a muerte ha terminado,
Y cómo no, si es el amor,
Ese abismo al que lanzamos al otro por la espalda
Porque preferimos ver a alguien más caer.

La luz está apagada como si siempre lo hubiera estado,
Como si fuera un sueño pesado, impasible.
No puedo estudiar, ni sonreír, ni acariciar en la oscuridad.
No porque me falten los ojos,
Sino porque me faltas tú.



La carta sobre la que Juliana Muñoz Toro escribió el hermoso poema anterior fue escrita con esfero azul en un cuaderno de paginas rayadas amarillas, la transcribo aquí:
              Gregorio:

El viernes todo se nubló, todo se volvió oscuro y yo ya no estaba ahí, tu tampoco estabas ahí. Tu cara era una mancha desdibujada de la persona que en algún momento conocí y ahí, en esa cafetería y en esa noche con lluvia ya no se escuchaba nada. Ya no había nada. Entonces solo me fui y me escondí. Terminé refugiado en mi cuarto con mis chocolates. Y aquí he estado desde ese día, solo yendo a clase y volviendo a casa, mirando la pantalla del computador con la esperanza de poder encontrar que es lo que tengo que hacer o que es lo que tengo que decir.
Aparte de pedirte perdón por desaparecer, perdón por haberte hecho lo que tantas veces he odiado que otros me hagan, lo que tantas veces he reprochado que me hayan hecho, no puedo hacer mas. Pero en ese momento fue mi única opción: desaparecer, huir.
¿Huir de que? De una situación que parece cada vez mas enredada que se enrolla con cada minuto; de sentirme impotente y exhausto; de ver tu rostro enfurecido; de ver como frunces los labios cuando estás ofuscado y ya sé que no te voy a poder convencer ni de lo opuesto ni de lo contrario; de sentirme sobrecogido; de cargar con un cuchillo entre la manga para defenderme; de reaccionar a gritos y actuar de la forma en que solo se trata a un enemigo. Hui de tener las manos amarradas y de no ser lo suficientemente bueno, de ser el depositario de las quejas y de reaccionar a ellas diciéndote cosas que no son buenas para ti… De no entregarte lo que necesitas.
En un momento todo se convirtió en ruido. Los oídos se me cerraron. Luego todo fue rabia, y todo fue reproches, y entonces hui. Y aquí estoy intentando encontrar las palabras que le pongan sentido a una situación que para mi parece no tenerlo. ¿Cómo así? ¿De nuevo odiándonos y tratándonos con odio y rabia como si fuera 3 de agosto? ¿de nuevo arrastrándonos el uno al otro al abismo y a la tiranía como si fuéramos competidores el uno del otro en una carrera a muerte y no personas que quieren amarse? ¿Cómo así que estamos poniéndole  energía a detestarnos y tratarnos mal, a gritos y reproches cuando esa energía podría ser invertida en cultivar rábanos? ¿montar bicicleta? ¿leer libros? ¿conocer y cultivar verdaderas y buenas amistades y relaciones con personas a quienes verdaderamente les importe?
Los resultados de mis exámenes llegan hasta el martes. Extraño tu sonrisa y tus caricias, extraño tu voz ronca cuando despiertas, vivo en el sueño y quisiera no tener que haber huido. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hola, ¡por favor comenta!