Félix González-Torres. Sin título (Cama), 1991. |
Para mí es lo que hay entre mi sábana y mi sobresábana –le conté el
miércoles antes de entrar a clase—. La intimidad es ese espacio cálido y solitario
en donde no hay nadie mas sino yo. A ese lugar en mi cama no accede nadie más
–por lo menos no sin invitación— y estoy solo. Allí, en las noches mi cuerpo desnudo queda envuelto entre
el tejido de hebras blancas que cubre el colchón y el cobertor
que me protege del frío.
Si alguien se sentara a observarme dormir seguro vería cosas que no
muestro en público. Escucharía mi pesada respiración de asmático, mis ronquidos
y el sonido de la piel rozando contra la tela suave. Detallaría los valles y
las colinas de mi cuerpo cubiertos en parte por una cobija azul, el calor que
sale por los poros y el sudor. Percibiría las conversaciones que sostengo
dormido con los habitantes del mundo de Morfeo y que en la mañana ni siquiera yo recuerdo. Recibiría el olor de los sueños que se concentra en toda
la habitación antes del primer rayo de sol.
Si alguien me observara dormir en el lugar mas intimo que tengo
conocería a una persona diferente, tranquila, a la que yo no puedo acceder porque estoy dormido.
Natalia la fotógrafa
Natalia la fotógrafa
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