Tuve la oportunidad de repetirme la semana
pasada la película argentina El hombre de
al lado y confirmé que un mal vecino es una de las peores cosas que le
pueden pasar a uno. En la película un famoso diseñador vive en la Casa Curutchet, uno de los pocos proyectos arquitectónicos
realizados por el arquitecto suizo Le Corbusier en ciudad argentina de La Plata.
El diseñador tiene una esposa medio arrogante, una hija que lo ignora y una
muchacha del servicio quien parece ser la única que le obedece.
La vida de la familia transcurre normal
dentro de su cárcel/mansión/museo, con sus rutinas de dedo parado hasta cuando
sucede lo peor: el vecino de al lado empieza a remodelar su casa. El vecino, el
antagonista total, es un hombre calvo, violento y vulgar que desde el primer
momento se muestra como la peor catástrofe que le puede pasar al diseñador. El
vecino rompe la pared y empieza a abrir una ventana para darle luz a una parte
de su propiedad. Con ello destruye la armonía de la casa de Le Corbusier y
genera toda clase de problemas y dilemas sin fin para el diseñador y su familia.
¿Hasta dónde llegaría uno para salvaguardar su
propiedad? ¿Negociaría con el vecino para permitirle hacer parte de lo que él
espera? ¿Pondría cortinas para ignorar lo que pasa en su casa? Estas son
algunas de las preguntas que surgen al ver esta comedia negra de 2009 dirigida
por Mariano
Cohn y Gastón
Duprat y protagonizada por Rafael Spregelburd y Daniel
Aráoz.
La película también se puede ver en este otro link de YouTube:
@loloelrolo
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