Lo que quieren los pobres es tener
tierra, su propia tierra. Esta es la idea que intentaron mostrar con vehemencia
Marta Rodríguez y Jorge Silva en los documentales que produjeron desde el final
de la década de los sesenta hasta la muerte de Silva en 1987. Los
documentalistas muestran historias de personajes pertenecientes a las clases
bajas trabajadoras colombianas quienes hacían un esfuerzo por no desaparecer y
conservar un lugar en el territorio en el que se arraigaban sus costumbres y su
cultura. Durante los años que duró su colaboración –tanto profesional como
sentimental– la pareja produjo documentales, mediometrajes documentales y
cortometrajes documentales enfocados en la población indígena marginalizada,
los obreros urbanos empobrecidos, los trabajadores de las zonas rurales
y sus familias desplazadas.
La
primera de las colaboraciones de Rodríguez y Silva fue Chircales, producido
entre 1966 y 1972. El mediometraje retrata la vida de una familia que vive
y trabaja en el barrio Tunjuelito de en el sur de Bogotá. Los trabajadores de
los chircales en esa época no tenían ningún tipo de seguridad social y vivían
de producir ladrillos para los grandes terratenientes. En su mayoría los
trabajadores de los chircales eran personas desplazadas por la violencia que
empezó a azotar a las zonas rurales a mediados del siglo XX en Colombia.
Entre 1976 y 1982 la pareja produjo Nuestra voz de tierra, memoria y futuro, un documental acerca de la
lucha de los hombres y mujeres pertenecientes a la comunidad del resguardo indígena
Coconuco en el Cauca. Los indígenas de esta comunidad decidieron apropiarse de
las tierras que según ellos les habían sido arrebatadas y sobre la que
reclamaban propiedad con una cédula real del siglo XVIII. Los
indígenas afirmaban que ellos solo ocupaban 1,500 hectáreas de las 10,000 que
legítimamente les correspondían. El documental muestra el proceso de rescate de
las tierras por parte de los indígenas y el contexto social, económico y político
al que tuvieron que enfrentarse para no perder lo que consiguieron trabajando
como comunidad.
En 1989 Silva y Rodríguez produjeron Amor, mujeres y flores, un mediometraje que contaba la historia de los
trabajadores, en su mayoría mujeres, de una empresa productora de flores de la
sabana de Bogotá. El documental muestra las pésimas condiciones laborales en
las que tenían que trabajar los campesinos y la lucha que realizan en conjunto
para tomarse la empresa y lograr un cambio.
El documental Planas - Testimonio de un etnocidio puede ser visto aquí. El centro de este documental es la masacre de los líderes indígenas de Planas, en Vichada, departamento del Meta después de que crearon una cooperativa.
Estos son
cuatro ejemplos de los siete documentales que Silva y Rodríguez produjeron
juntos. Los documentales de esta pareja tienen un marcado carácter marxista y
son considerados como pilares del documental antropológico en América Latina.
Después de la muerte de Silva,
Marta Rodríguez continuó realizando documentales, principalmente enfocados en
las condiciones de vida y trabajo de la población indígena.
@loloelrolo
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