lunes, 28 de septiembre de 2015

La luna roja y/o cómo se escriben los sueños

Una sombra azulosa empieza a posarse sobre la luna y la gente comienza a salir. Algunos vecinos se paran en la mitad del parque a mirar hacia el cielo.

Acabo de colgar con William, hablamos más de una hora. Me recordó que hoy era el eclipse y que había que estar pendientes. Le conté sobre el trabajo y sobre todas las cosas extrañísimas que me están pasando. Seguro todas esas cosas tan raras tienen que ver con el ciclo lunar.

-Uno no puede creer que lo que le sucede a uno no está relacionado con el planeta en el que vive, con el universo, con que la tierra se le atraviese al sol y le haga sombra a la luna y ella se ponga roja –le dije al viejo Willi y él estuvo de acuerdo—. No se puede vivir pensando que todo eso a uno no lo afecta, los ciclos del cosmos son nuestros ciclos vitales y tal vez por eso me están pasando todas estas cosas extrañas. Por eso estoy ahora donde estoy, comenzando en el lugar al que llegué, por eso se me ha roto toda la ropa, por eso se me murió el teléfono, por eso mi negocio como traductor se ha desvanecido a pesar de los esfuerzos, por eso se han terminado varias de mis amistades y han empezado otras. Por los ciclos y por la posición de mi cuerpo en el continuo espacial y temporal del universo.

La luna está desapareciendo. La gente se está reuniendo en la calle y en el parque a mirar al cielo. Yo decidí quedarme en mi cuarto y escribir mientras veo la luna. Tengo la luz apagada, no tengo música, solo el ruido de la ciudad en domingo y las voces de los vecinos.

domingo, 27 de septiembre de 2015

17. el contrato

El martes estuve toda la tarde en una oficina del centro. Ese día me citaron a llevar los papeles para firmar un contrato de trabajo. Cuando cerré el deal salí corriendo para el Caro y Cuervo porque tenía clase.
Justo en la entrada me encontré con Camila, una compañera. No habíamos hablado antes y me ofrecí a acompañarla a comprar un café. Mientras caminábamos le conté mi rollo del nuevo empleo: que me habían ofrecido una cosa y que a la hora del contrato era otra y que no me había podido retractar, que me lo iba a tomar como una oportunidad cronística y que llevaría un diario. 
Ella se rio y con su risa se me pasó el estrés, luego me contó que es abogada, que se especializa en propiedad intelectual y que le gusta escribir pero que no le muestra a nadie lo que escribe. Camila tiene el pelo crespo y alborotado y, en una moda muy del 2010, tiene capul, lo que hace que en su cara brille una muy ingenuidad infantil tranquilizadora. 
Como la señorita del Oma no tenía cambio le presté 5000 pesos para el café y ella quedó que me los pagaría al día siguiente. Bajamos al salón y le conté que yo escribo en un blog y que me gustaría trabajar en cosas lindas como en una editorial o en cultura o arte y que ahora  estoy con un proyecto que espero que crezca que se basa en el concepto de resonancia y trascendencias. La invité a escribir sobre nuestro fascinante encuentro del café y que si ella accedía yo la publicaría aquí, en mi pequeño portal al universo web. Dijo que si, que lo haría.

jueves, 24 de septiembre de 2015

La gemelitud: Resonancia de @cocinaCamilo

Camilo ha resonado. Escribió una entrada como respuesta a mi invitación. Pronto estaré resonando e invito a que si alguien quiere resonar lo haga. Aquí o en la calle.



La gemelitud
Desde la invitación  a resonar tu escrito me he encontrado reconociendo parejas gemelares todo el tiempo. La noche de la pizza estábamos gemelados por mérito individual, no por coerción, imitación, ni soborno. Somos tan distintos y tenemos esa pinta casi calcada en nuestros armarios. ¿será que somos muy parecidos?.
Decía al principio que ahora por donde voy veo esos gemeladores que de tanto querer parecerse terminan pareciéndose. Compañeros, novios, amigos, admirados y admirantes. Apariencias convergentes. En cierta oficina que yo conozco el jefe empezó a usar extravagantes medias multicolores y en menos de un mes todo el mundo tenía papagayos en sus pies y de ahí para arriba los pantalones, las camisas y los peinados se fueron camaleonizando. El tipo ahora tiene diez gemeloides.
La gemelosidad viene de adentro. No solo es el rasgo externo sino la sustancia más íntima de los gustos y los miedos la que al fin de cuentas nos va transformando los ademanes, las sonoridades y la indumentaria hasta que un buen día la gemelización se completa.

Hablas de una foto donde entre toda la rabiosa antonimia nuestra afloran los dos frágiles gemelocitos de la ropa y la actitud juguetona, mencionas un gato. El gato son dos, estos sí mellizos al ojo y a la genética pero completamente diferentes. Los animales no sufren de eso. El micro-trend gemelizante es una enfermedad humana.


lunes, 21 de septiembre de 2015

¿para qué sirven las redes sociales si tu vida no es interesante?


“Si no tienes una vida vida real interesante, de poco te sirven las redes sociales”. Eso dice una estudiante citada por Rosalía Winocur en su libro Robinsón Crusoe ya tiene celular publicado en México en 2009. Con esa cita Winocur ejemplifica la relación que existe entra la esfera de lo virtual (lo que sucede cuando encendemos el computador o el celular y hacemos log in en redes sociales) y la esfera de lo urbano y lo rural.
Los sucesos de la propia vida permean lo que ocurre en la pantalla del computador. No existe una causalidad directa entre la vida real y la vida virtual, no existe una continuidad de sentido entre una y otra en una sola dirección. Entre los dos mundos se genera un “efecto de resonancias y trascendencia”, la experiencia de la socialización en Internet no sustituye a la del mundo físico o real sino que están constantemente cabalgando una sobre la otra (Winocur 2009, 73).
Por eso he empezado este juego. He invitado por primera vez a una persona a que resuene a algo que he escrito sobre ella. ¿por qué? Me gusta lo que escribe, porque, como le dije la semana pasada al son de un tequilaSunrise, pienso que él es un respondón y siempre tiene algo para decir (resonar y trascender).
La idea es que tú, mi querido Camilo, con tu talento literario/gastronómico generes algo que resuene a lo que escribí la semana pasada. Tienes completa libertad. Lo que surja podemos montarlo aquí, vincularlo desde aquí a donde tu respondas o puedes mentármelo en la cara para que luego yo escriba una crónica de eso.

La invitación está hecha.


martes, 15 de septiembre de 2015

17. Gemelos II

El sábado fui convocado a celebrar el triunfo de una grande nueva amiga. La crónica que Hongo escribió con tanto esfuerzo y delicadeza salió publicada en una revista para caballeros de tiraje nacional. Junto con el texto –tejido con palabras que describían el más antiguo oficio del mundo, solo que en el caso de la Hongo sucedía en una oficina conectada al ciberespacio— aparecía la joven posando para la cámara al mejor estilo marilinezco, en un atuendo bastante pequeño, pero con su pelo negro y un computador .
La convocatoria de celebración tenía como centro el apartamento de Camilo, otro gran cronista gastronómico. La niña Hongo me recibió en la puerta y nos saludamos de abrazo y pico en la mejilla. Se sentó junto a mi y mirándome con sus inmensos ojitos negros me dijo:
-Tengo una relación de amor y odio con tu pelo.
La señorita Hongo siempre que me ve me dice eso. Me cuesta creer en ese tipo de relación. Amar y odiar al tiempo parece un esfuerzo demasiado grande. 
Donde camilo comeríamos pizza y conversaríamos de los triunfos de la periodista. Hacía calor y me quité la chaqueta. En ese momento descubrí la pasión de Camilo, similar a la mía, por las camisas blancas manga corta. También su admiración por los pantalones grises y los zapatos cafés tipo bota, de los que están de moda. 

-¿se pusieron de acuerdo? Preguntó la Hongo después de observarnos de arriba abajo. Nos reímos por un rato, nos contamos chistes y nos hicimos chanzas. Nos tomamos la foto de rigor junto al gatito.

jueves, 10 de septiembre de 2015

16. Gemelos

Anoche, después de la reunión con Carlos y Alejandro tomé un bus de los que paran en todas las estaciones porque ya estaba muy tarde. En el mismo bus iban un par de muchachos, los dos se quedaron de pié hablando junto a la puerta. Podía verlos desde el jacuzzi porque el bus no estaba tan lleno.
Los dos muchachos tenían cerca de 20 años y llevaban atuendos similares –jeans, camiseta y camisa de cuadros—. Los dos compartían la misma forma circular del rostro, los ojos avellanados y los labios delgados. Los dos tenían piel rosada y el mismo color rojizo del pelo. Me atreví a llamarlos gemelos por los rasgos que compartían a pesar de tener cosas que los diferenciaban. El primero era serio y medía quince centímetros más que su hermano, tenía el pelo corto peinado hacia el lado, su nariz era respingada y fina y tenía una ondulación pequeña  –tal vez una cicatriz— que la cruzaba en diagonal de derecha a izquierda. Sus ojos eran azules, muy claros.

El segundo, el gemelo más bajito, tenía el cuerpo mas grueso y el pelo mas largo. La maleza cobriza le caía inmóvil sobre la frente y la nuca. Mientras conversaba se estiraba las patillas y se cercioraba de que el flequillo se mantuviera en el mismo lugar. Este hermano también tenía los ojos azules, pero eran azul bandera plano, negros en el centro. Sus pestañas estaban cubiertas por una capa de pestañina que las hacía ver muy largas. Sus párpados estaban decorados con una sombra marrón y todo su rostro estaba cubierto por una pastosa y uniforme capa de base. Las mejillas y los labios estaban decorados con ligeros tintes de color rosa.

lunes, 7 de septiembre de 2015

15. El babeo de los objetos

El jueves visité galerías de arte con Lili entre las 6 y 15pm y las 10 y 45pm. En ese intervalo de tiempo sucedió lo siguiente: 
1. Comimos pizza y hablamos del comensal:
-A mi me interesa mucho esa figura ficcional. El personaje que come solo o que come cosas que no puede digerir. El otro, el del coleccionista, es otro comensal, es un comensal que desde el gusto no le interesa la digestión sino el babeo de los objetos, o sea todo lo que pasa al interior de la boca. Esas son mis elucubraciones.- comentó la artista mientras masticaba.
2. Observamos algunos objetos coloridos en una galería a través de una puerta de vidrio. Los dos pensamos que la instalación era un objeto pictórico que debía observarse desde afuera como una vitrina. Nos desilusionamos cuando nos cercioramos que la entrada a la sala se hacía por un baño.  
3. Vimos el video de un mango que caía y rodaba sobre tejas de zinc.
4. Un muchacho gordito, de pelo largo y gafas me preguntó si podía llevarse unos impresos de una sala.
-Supongo que si, lo peor que puede pasar es que se los reclamen cuando salga- le respondí. El tipo parecía estar siguiéndonos de galería en galería.
-¿Usted es artista?- inquirí.
-Si, pero primero fui ingeniero- respondió ante mi curiosidad abusiva. Siguió caminando y no me habló más.
5. Los baños de una galería tenían los signos del circulo con la flecha y la cruz en las puertas. Como no los distingo pensé en preguntarle a Lili si sabía cuál era el signo de hombre y cuál el de mujer. Fue mas fácil esperar a que de la oscuridad apareciera un orinal.