Una sombra azulosa empieza a posarse sobre la luna y la gente comienza a salir. Algunos vecinos se paran en la mitad del parque a mirar hacia el
cielo.
Acabo de
colgar con William, hablamos más de una hora. Me recordó que hoy era el eclipse
y que había que estar pendientes. Le conté sobre el trabajo y sobre todas las
cosas extrañísimas que me están pasando. Seguro todas esas cosas tan
raras tienen que ver con el ciclo lunar.
-Uno no puede
creer que lo que le sucede a uno no está relacionado con el planeta en el que
vive, con el universo, con que la tierra se le atraviese al sol y le haga
sombra a la luna y ella se ponga roja –le dije al viejo Willi y él estuvo de
acuerdo—. No se puede vivir pensando que todo eso a uno no lo afecta, los
ciclos del cosmos son nuestros ciclos vitales y tal vez
por eso me están pasando todas estas cosas extrañas. Por eso estoy ahora donde
estoy, comenzando en el lugar al que llegué, por eso se me ha roto toda la
ropa, por eso se me murió el teléfono, por eso mi negocio como traductor se ha
desvanecido a pesar de los esfuerzos, por eso se han terminado varias de mis amistades
y han empezado otras. Por los ciclos y por la posición de mi cuerpo en el continuo
espacial y temporal del universo.
La luna está desapareciendo. La gente se está reuniendo en la calle y
en el parque a mirar al cielo. Yo decidí quedarme en mi cuarto y escribir
mientras veo la luna. Tengo la luz apagada, no tengo música, solo el ruido de
la ciudad en domingo y las voces de los vecinos.