martes, 1 de septiembre de 2015

13. No olvido un rostro


A Raúl lo recuerdo porque a pesar de estar en mi mismo curso era un joven mucho mas maduro y mucho mas calmado que los demás. No creo haber estado en el mismo salón con él pero tengo fija su imagen de adolescente con brackets, viajando en el puesto de adelante de la ruta, la 21. 
Su rostro, igual que el rostro de las demás personas con las que estudié la primaria y parte del bachillerato, nunca se me olvidó. Pero a ninguno de ellos los volví a ver ni volvimos a ser amigos.
Cuando lo vi ayer en la exposición de Camila Eslava en el Salón Comunal le dije:
-yo a usted lo conozco, usted estudió en el Refous.
Me miró confundido y con cara de “usted es un stalker”. Luego conversamos por bastante rato. Era amigo de Camila y de su hermano.
La artista estaba ahí, tenía cita con Alejandro y con Juliana para mostrarles el resultado del trabajo que hizo en la residencia en Canadá. Allá se dedicó por dos meses a hacer lo que ella bautizó como Graphic meditation y el resultado es tan complejo como simple. Realizó miles y miles de dibujos durante 4 horas al día. Luego caminaba y los dejaba como regalos en puertas de casas en Montreal. Por cada dibujo negro que entregaba, hacía uno nuevo rojo.

Anoche, mientras conversábamos, Camila sonreía si hablaba de sus dibujos, del arte, del amor o de lo mucho que le gusta estar en Bogotá. Tenía un chal de puntos azules y negros que se parecía mucho a sus dibujos negros y rojos. También confirmé, después de muchos años, que el tratamiento de brackets a Raúl le funcionó a la perfección.


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