Una sombra azulosa empieza a posarse sobre la luna y la gente comienza a salir. Algunos vecinos se paran en la mitad del parque a mirar hacia el
cielo.
Acabo de
colgar con William, hablamos más de una hora. Me recordó que hoy era el eclipse
y que había que estar pendientes. Le conté sobre el trabajo y sobre todas las
cosas extrañísimas que me están pasando. Seguro todas esas cosas tan
raras tienen que ver con el ciclo lunar.
-Uno no puede
creer que lo que le sucede a uno no está relacionado con el planeta en el que
vive, con el universo, con que la tierra se le atraviese al sol y le haga
sombra a la luna y ella se ponga roja –le dije al viejo Willi y él estuvo de
acuerdo—. No se puede vivir pensando que todo eso a uno no lo afecta, los
ciclos del cosmos son nuestros ciclos vitales y tal vez
por eso me están pasando todas estas cosas extrañas. Por eso estoy ahora donde
estoy, comenzando en el lugar al que llegué, por eso se me ha roto toda la
ropa, por eso se me murió el teléfono, por eso mi negocio como traductor se ha
desvanecido a pesar de los esfuerzos, por eso se han terminado varias de mis amistades
y han empezado otras. Por los ciclos y por la posición de mi cuerpo en el continuo
espacial y temporal del universo.
La luna está desapareciendo. La gente se está reuniendo en la calle y
en el parque a mirar al cielo. Yo decidí quedarme en mi cuarto y escribir
mientras veo la luna. Tengo la luz apagada, no tengo música, solo el ruido de
la ciudad en domingo y las voces de los vecinos.
Con todo el
asunto del ciclo y del cambio pienso en los sueños. Me pregunto de nuevo qué es
lo que quiero para mi vida y para el futuro. Tal vez mañana me despertaré e iré
a trabajar y el universo me habrá otorgado una vida nueva, una oportunidad de
tener lo que siempre he querido. El universo, tal vez, me dará la posibilidad
de cumplir mis sueños. Pero ¿cuáles son mis sueños?
Mientras
hablábamos sobre el tema del futuro, Andrés Pablo me dijo el viernes que no
tenía sueños. Puso cara de atormentado y con ojos de depresión me dijo que veía
su vida como un espectador. Intenté explicarle que los sueños son oraciones
simples que contienen sujeto, verbo y predicado. Que no hay una ciencia
profunda sobre como construirlos. Uno solo hace oraciones sencillas con elementos
que lo hacen sentir a uno complacido y con ganas de generar movimiento.
-Yo + quiero + algo.
Yo quiero una casa con un patio. Yo sueño con un esposo, yo sueño con estudiar
en Estados Unidos o en Europa o en Brasil, con terminar un doctorado y escribir
muchos libros. Yo sueño con viajar a muchos lugares y tener muchas experiencias
y luego escribir crónicas, con hacer entrevistas y hablar con mucha personas. Yo
sueño con conocerte, con ver tu nariz y tu boca y mirarte a los ojos y con
conversar.
No se lo dije a
Andrés Pablo, pero esa noche yo estaba realizando un sueño: estaba sentado con
él conversando y fue tan simple como pensar que quería mirarlo y él lo hizo
realidad porque vino a Bogotá. Y la conversación que tuvimos fue real y sentí
que era un hombre guapo, simpático y atormentado por su propia cabeza.
Pero charlamos como si nos hubiéramos conocido desde hace mucho rato.
El encuentro,
sin embargo, fue anormal porque su actitud ante la vida me hizo sentir como un
payaso optimista. Me reí todo el tiempo y puse siempre una perspectiva risueña
ante la tristeza. No suelo ser así, pero eso me gustó por lo menos en ese
momento.
Nos despedimos
y me quedé pensando en los sueños.
Hay menos gente, hay niños jugando en el parque y hay menos ruido. La
luna está cubierta mas allá de la mitad, solo queda un tercio de su luz y han
pasado mas de cuarenta minutos desde el inicio del eclipse. No volverá a
suceder sino hasta el 2033.
De un tiempo
para acá me ha atacado el tema de los sueños. He sentido que hay algo que
quiero y que ahora que aún tengo la fuerza me gustaría tenerlo. Pero no se qué
es. No lo he logrado poner en palabras. Es algo que tiene que ver con el
trabajo, con el sitio que quiero ocupar en el mundo y con lo que quiero lograr.
La niña Hongo me ha dicho varias veces que los sueños, cuando uno los cuenta,
tienen que ser muy específicos. Anoche me lo repitió mientras estábamos
sentados en la casa de Alejandra, tomándonos una cerveza, en un encuentro que
parecía un poco cósmico. Me encanta cuando ella habla de los sueños. Dice que
uno tiene que pedírselos al universo descritos con pelos y señales.
-Quiero
trabajar en una oficina que sea (inserte descripción de la oficina soñada);
quiero estar en un lugar que sea así (inserte descripción del lugar a habitar
pero con detalles específicos); quiero un marido que sea así (inserte
descripción del hombre o la mujer soñados pero con señales particulares). Estoy
seguro, por eso estoy pensando en Andrés Pablo, en que es necesario aprender
a soñar. Hay que hacer frases sencillas para describir lo que uno desea, lo que
uno ama y lo que hace que uno no quiera tener miedo.
La luna se puso roja, desapareció después de languidecer y de
entregarle a la oscuridad sus últimos milímetros de luz. Mamá regresó a
casa y el gato se quitó el cuello que le impedía morderse las heridas. Está
contento, salta por toda la casa como si acabara de despertar. Hay por lo
menos 50 personas agolpadas en el parque mirando al cielo. No tienen miedo
porque no hay rayos solares nocivos. El planeta está a punto de cambiar, la
luna está apunto de desaparecer y de transformarse. Cuando haya
completado su ciclo y regrese a su estado normal ya no seremos las mismas
personas, estaremos al otro lado. Tendremos sueños nuevos y una mirada
diferente.
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