jueves, 24 de septiembre de 2015

La gemelitud: Resonancia de @cocinaCamilo

Camilo ha resonado. Escribió una entrada como respuesta a mi invitación. Pronto estaré resonando e invito a que si alguien quiere resonar lo haga. Aquí o en la calle.



La gemelitud
Desde la invitación  a resonar tu escrito me he encontrado reconociendo parejas gemelares todo el tiempo. La noche de la pizza estábamos gemelados por mérito individual, no por coerción, imitación, ni soborno. Somos tan distintos y tenemos esa pinta casi calcada en nuestros armarios. ¿será que somos muy parecidos?.
Decía al principio que ahora por donde voy veo esos gemeladores que de tanto querer parecerse terminan pareciéndose. Compañeros, novios, amigos, admirados y admirantes. Apariencias convergentes. En cierta oficina que yo conozco el jefe empezó a usar extravagantes medias multicolores y en menos de un mes todo el mundo tenía papagayos en sus pies y de ahí para arriba los pantalones, las camisas y los peinados se fueron camaleonizando. El tipo ahora tiene diez gemeloides.
La gemelosidad viene de adentro. No solo es el rasgo externo sino la sustancia más íntima de los gustos y los miedos la que al fin de cuentas nos va transformando los ademanes, las sonoridades y la indumentaria hasta que un buen día la gemelización se completa.

Hablas de una foto donde entre toda la rabiosa antonimia nuestra afloran los dos frágiles gemelocitos de la ropa y la actitud juguetona, mencionas un gato. El gato son dos, estos sí mellizos al ojo y a la genética pero completamente diferentes. Los animales no sufren de eso. El micro-trend gemelizante es una enfermedad humana.



Gemela de miedo


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