Camilo
ha resonado. Escribió una entrada como respuesta a mi invitación. Pronto estaré
resonando e invito a que si alguien quiere resonar lo haga. Aquí o en la calle.
La gemelitud
Desde
la invitación a resonar tu escrito me he
encontrado reconociendo parejas gemelares todo el tiempo. La noche de la pizza
estábamos gemelados por mérito individual, no por coerción, imitación, ni
soborno. Somos tan distintos y tenemos esa pinta casi calcada en nuestros
armarios. ¿será que somos muy parecidos?.
Decía
al principio que ahora por donde voy veo esos gemeladores que de tanto querer
parecerse terminan pareciéndose. Compañeros, novios, amigos, admirados y admirantes.
Apariencias convergentes. En cierta oficina que yo conozco el jefe empezó a
usar extravagantes medias multicolores y en menos de un mes todo el mundo tenía
papagayos en sus pies y de ahí para arriba los pantalones, las camisas y los
peinados se fueron camaleonizando. El tipo ahora tiene diez gemeloides.
La
gemelosidad viene de adentro. No solo es el rasgo externo sino la sustancia más
íntima de los gustos y los miedos la que al fin de cuentas nos va transformando
los ademanes, las sonoridades y la indumentaria hasta que un buen día la
gemelización se completa.
Hablas
de una foto donde entre toda la rabiosa antonimia nuestra afloran los dos
frágiles gemelocitos de la ropa y la actitud juguetona, mencionas un gato. El
gato son dos, estos sí mellizos al ojo y a la genética pero completamente
diferentes. Los animales no sufren de eso. El micro-trend gemelizante es una
enfermedad humana.
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