Salí de mi
clase de natación esta mañana y mientras caminaba hacia la 68 pensaba que tal
vez es necesario seguir escribiendo sobre ella. Pero la verdad es que con esta
profe nueva el discurso ha disminuido y está mucho más enfocado en la técnica,
en los ejercicios y no tanto en el aspecto personal y humano del asunto. Aunque
ese lado es muy importante, la verdad es que Leonardo, el profe anterior nos
ayudó a superar los miedos que teníamos y nos dejó listos para empezar a
perfeccionar técnicas y estilos de natación. Eso precisamente es lo que parece
que va a hacer la profesora actual. Parece que el miedo a lo profundo, a
ahogarse y a no avanzar son cosas ya superadas.
Cuando
llegué a la 68 me monté en un bus y mis cavilaciones sobre la clase de natación
fueron interrumpidas por una presencia incomoda: un muchacho bajito cantaba una
canción de Marc Anthony parado en la mitad del bus. Cuando crucé la
registradora solo lo pude ver por detrás, llevaba un saco tejido verde, un
pantalón azul y zapatos color habano. A primera vista la escena no tenía nada
de particular y me generó incluso un poco de incomodidad porque para poder
sentarme tenía que pasar por el frente de él y tal vez interrumpirlo. El
cantante me vio, se recostó un poco sobre el respaldar de una de las sillas sin
interrumpir la canción y me sonrió. Tal fue mi sorpresa cuando vi su rostro,
era un joven precioso. El cantante tenía los ojos azules profundos, la piel
nacarada, brillante, una barba rubia poblada y una sonrisa enternecedora. Una
cara tan hermosa como la de ese cantante urbano no podía ser ignorada así que
me quité los audífonos, pasé por enfrente suyo rápidamente, busqué un puesto
cercano a él y me dediqué a contemplarlo. Con cada palabra de la letra horrible
y repetitiva letra de la canción de Marc Anthony sus ojos y su boca sonreían
más y más. La visión de su menudo cuerpo de cantante callejero se hacía cada
vez más placentera.
Ya que
tomarle fotos no era una opción lo grabé mientras cantaba. Sé que no es la
mejor de las voces pero si uno se sienta y se imagina que está escuchando a un
monito guapo con piel de nácar y ojos de mar puede que quede absorto en un
momento tranquilo y se relaje. Así que aquí lo dejo. Lo escucho y pienso en
azul, en azul piscina y agua, en volver mañana a nadar, así no me guste Marc
Anthony.