domingo, 1 de enero de 2017

2016: el año del cangrejo.

En Colombia se le llama “cangrejear” al acto de caminar para atrás. Uno “cangrejea” cuando vuelve con un ex o cuando se reencuentra con amantes del pasado, cuando hace cosas que había hecho antes y que, muy seguramente, no debería volver a hacer. Pues en ese sentido mi 2016 fue el año del cangrejeo, el año del cangrejo.
Desde el comienzo del año me dejé llevar por la fascinación del pasado y eso me trajo tanto cosas buenas como cosas no tan buenas. Lo primero que hice este año, después del éxito del 2015 fue regresar a continuar investigando sobre el barrio Santa Fe. Después de haberle otorgado a ese lugar y a Wilson Manríquez casi dos años enteros de investigación, entrevistas y recorridos y de haber publicado la crónica de la chaza y el chocho, volví allí. Esta vez volví con William, con Alejandro y con la Mona para seguir mirando. En 2016 hicimos recorridos fotográficos al amanecer, visitamos casas viejas, apartamentos nuevos, solares, tiendas, restaurantes, calles y –a pesar del cansancio– seguimos impulsados haciendo arte o algo que pensamos que se le parece mucho. En 2016 Alejo, William y yo revisitamos nuestra vieja relación de arte/negocios llamada Colectivo Herramientas Audiovisuales Pedagógicas y por eso desde finales del 2015 existe Sin Sala, el espacio en el que jugamos a ser artistas y gestores. Nada mejor que eso.