Mostrando entradas con la etiqueta adios mariquita linda. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta adios mariquita linda. Mostrar todas las entradas

martes, 30 de agosto de 2016

Amor eterno e inolvidable (temor a la muerte)

Se murió Juan Gabriel hace dos días y como alarmas en la mañana, se encendieron sus canciones. Desde ese día se han repetido en la radio y en las redes sociales las canciones del cantante mexicano como recordatorio y despedida. En mi cabeza suena Amor eterno una y otra vez.

Tengo desde hace dos días también pegada en mi mente un relato de Pedro Lemebel. Mientras el mexicano canta, el chileno narra un lamento navideño lleno de soledad y de tristeza. Anoche busqué ese texto en Google y al releerlo comprendí porque suenan los dos al tiempo en mi cabeza: la madre. Juan Gabriel compuso Amor eterno en 1974, inspirado por la muerte de su mamá, noticia que recibió mientras estaba de gira en Acapulco. Lemebel escribió La navidad... Sin mami para el periódico La Nación y fue publicado el 24 de diciembre de 2006. El texto fue inspirado por la muerte de la madre del escritor en  vísperas a la navidad unos años antes.

La canción y el relato hablan de la falta y del vacío de la persona más importante de sus vidas. Los dos escriben de una manera desgarradora la melancolía vital que les produjo la muerte e incluso, Lemebel cuenta que desde ese 24 de diciembre no ha logrado volver a soportar las fiestas. Los dos ponen de manifiesto un miedo que nos acompaña a todos de manera constante y que, al final, todos tendremos que afrontar. Todos nos vamos a morir, nuestras madres han muerto o se van a morir -esperemos que no pronto-. Eso es un hecho y tanto la canción como el relato nos lo recuerdan. Pero también nos recuerdan que de la tristeza y el vacío surgen las palabras, los recuerdos y tal vez, algunas de las composiciones y los textos más hermosos que hemos leído o escuchado.

Sea esta la ocasión para recordar a la Abuela Aura y a la tía Negra y a Clarita, quienes ya partieron y también para recordar a mi mamá, a todas mis tías y a mi abuela Rosa, quienes afortunadamente aún nos acompañan. También para agradecer y recordar a Juan Gabriel y Lemebel, quienes nos dejaron su vida y su pasión en letras:




viernes, 23 de enero de 2015

Adios mariquita linda #PedroLemebel (arqueología gay 2)

Pinzón siempre salía a hacer un mercado pequeño los domingos para el desayuno y entre las cosas que traía venía siempre La Nación. Los dos esperábamos toda la semana el momento de abrir el periódico y leer lo que fuera que hubiera escrito. Ese mismo año leí Adios mariquita linda en Santiago y algunos otros de sus libros. Me gustaba mucho, me sigue gustando y aún conservo en mi cabeza algunos apartes de las descripciones de los parques y las fiestas en las que loqueaba con sus amigos y sus personajes durante la dictadura.

Una mañana mientras caminábamos cerca de la calle Mosqueto, Pinzón se detuvo de improvisto y saludó a un tipo alto, acuerpado con una pañoleta negra en la cabeza que tenía la cara maquillada. Le dijo “maestro” y algo mas, algo así como que lo admiraba mucho. Lemebel no le sonrió, le respondió con cordialidad. Su reacción se debía a que no estaba seguro de por qué Pinzón lo saludaba si no lo conocía. Pinzón tenía esa manía rara de saludar a todo el mundo y mirarlos super fijo porque está casi ciego.

Pedro Lemebel se quedó sorprendido por la interrupción y siguió buscando a alguien, nos agradeció, se despidió y siguió caminando por la calle Mosqueto. Yo también estaba en shock pues ahí de pie delante mio había estado el gran escritor, el gran marica al que yo amaba un poquitito y admiraba tanto. 


Lemebel se murió esta mañana y obvio no seré el primero en decirle “Adios mariquita linda”, pero espero que donde vayas te vuelva a ver, me guardes un puesto. Buscando epitafios me encontré esta foto de Pedro Lemebel con otro de mis grandes favoritos y maestros Roberto Bolaño. Aquí la dejo para el recuerdo y la que dice la gente es su su crónica favorita y uno de mis textos predilectos sobre Chile.



Noche Payasa: la crónica que Pedro Lemebel consideró la mejor que escribió en The Clinic