viernes, 14 de marzo de 2014

Nos dijimos los nombres y nos lanzamos al agua: día seis de clase de natación

Mi compañero moreno que utiliza siempre camiseta se llama Javier. “Yo no me llamo Javier… o si” me dijo, parafraseando la canción, cuando le pregunté cómo se llamaba. Yo le pregunté su nombre después de que él me preguntó el mío. Todo esto sucedió una ronda de saltos después de que yo le preguntara al compañero bajito, guapo y delgado como se llamaba. Se llama Eduard. Me imagino que es médico porque tiene un aire a un médico que conocí en diciembre aunque parece muy niño.
Estas presentaciones sucedieron mientras hacíamos fila para lanzarnos a la piscina. El ejercicio del día consistía en mandarnos por turnos a la parte profunda y desplazarnos hasta lo pandito pateando y haciendo burbujas. No sobra decir que hacer esto es un ejercicio agotador cuando uno tiene que hacerlo 20 veces en un periodo de una hora. Creo que esta semana he hecho más ejercicio que lo que había hecho en los últimos tres meses.
Mientras hacíamos las rondas el instructor nos volvió a repetir hoy una frase que me dijo ayer cuando nos encontramos y me contó su historia completa. Leonardo dijo que todo en la vida se hace más fácil o mejor cuando se hace con amor. Cuando alguien saca a colación semejante frase siempre termino preguntándome ¿de dónde saco el amor? ¿cómo hago para ponérselo a la clase de natación o a cualquier cosa ?
La pregunta no tiene respuesta, pero creo que lo más parecido al amor es la actitud que tiene mi compañero Javier en la clase, actitud un poco parecida a la mía. Yo lo veo y él siempre se está gozando todos los ejercicios. Él siempre tiene esa sonrisa en la cara y esas ganas de divertirse en clase. Hoy por ejemplo, después de las flechas iniciales Leonardo nos pidió que tomáramos un chorizo y que fuéramos al lado profundo de la piscina. Cuando estábamos yendo todos para allá preguntó ¿Quién es el valiente que se va a lanzar primero? Javier venía trotando junto al grupo y cuando escuchó la pregunta sin chistar dijo yo y se mandó de una. Yo lo seguí y otro compañero más. Me encanta estar cerca de él y sentir que hay alguien a quien le gusta tanto la clase como yo, alguien que tiene ganas de aprender y de gozarse el asunto.  No sé si eso sea el amor al que se refiere Leonardo pero creo que por ahí podría estar la cosa.
Me sigo sintiendo enfermo con esta gripa desastrosa, pero sigo sintiendo que durante la clase me siento bien. Ahora tengo el fin de semana para mejorarme y pasar por lo de la presentación de Milinviernos y el lunes volver un poco más recuperado a patalear, burbujear, jugar y aprender y seguir molido en la semana dos de la clase de natación. También me alegra que el muchacho de la mirada dulce del grupo de principiantes haya comenzado a hablarme. Desde que comenzó el curso yo me he cambiado junto a él y a dos otros nadadores más que están en ese curso. El día que empezamos el curso yo no sabía cómo hacer nada así que sólo los seguí porque ellos parecían confiados e hice lo mismo que ellos hacían para entrar  a la piscina. Ahora el muchacho me ha hablado para aconsejarme cosas sobre los lockers y me ha preguntado sobre mi clase. Yo le pregunto cosas de vuelta y le sonrío.  

Me encontré esta galería de fotos de nadadores bajo el agua que está muy chévere


http://www.marktipple.com/summer2012

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