domingo, 6 de septiembre de 2015

14. La silueta naranja del árbol

En el muro posterior del edificio de Diseño Gráfico de la Nacional hay una mancha naranja. Cada vez que voy me aseguro de pasar por ahí y cerciorarme de que aún existe. Un árbol comienza desde la mitad del edificio y crece hacia el techo. 
María Elena Bernal planteó para la Muestra de intervenciones a espacios universitarios de 2003 una serie de contornos de las sombras provenientes de las diversas fuentes de luz en los muros de la universidad. Según el momento del día se veían de color diferente. La mancha en ese muro es la última que queda.
Pintar ese árbol fue una de las últimas cosas que María Elena y yo realizamos juntos, ella murió el año siguiente mientras yo estaba en Inglaterra. Mientras María ella nos guiaba, junto a su esposo desde el suelo, Lucia, Mónica –arquitecta e hija de María Elena—, Ana María y yo montados en un andamio de cuatro pisos rellenábamos los contornos que María Elena había siluetado con plástico. 
Ese año Patricia y yo participamos en la muestra y desplegamos un texto en ese mismo edificio que hablaba de un perro que se llamaba Fermín. Giselle nos contó que Fermín participaba en las pedreas en la década de los setenta. El perro era una excusa para hablar de la violencia que sentíamos en ese momento en el campus.

Ayer, doce años después, volví a pasar por el edificio y la silueta naranja todavía está allí; sobrevive brillante por encima de los grafitis, la pintura blanca y gris y mas allá de los años. Fue inevitable no llorar un poco y recordar a una de las personas que más me enseñó en el mundo del arte.

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