lunes, 28 de septiembre de 2015

La luna roja y/o cómo se escriben los sueños

Una sombra azulosa empieza a posarse sobre la luna y la gente comienza a salir. Algunos vecinos se paran en la mitad del parque a mirar hacia el cielo.

Acabo de colgar con William, hablamos más de una hora. Me recordó que hoy era el eclipse y que había que estar pendientes. Le conté sobre el trabajo y sobre todas las cosas extrañísimas que me están pasando. Seguro todas esas cosas tan raras tienen que ver con el ciclo lunar.

-Uno no puede creer que lo que le sucede a uno no está relacionado con el planeta en el que vive, con el universo, con que la tierra se le atraviese al sol y le haga sombra a la luna y ella se ponga roja –le dije al viejo Willi y él estuvo de acuerdo—. No se puede vivir pensando que todo eso a uno no lo afecta, los ciclos del cosmos son nuestros ciclos vitales y tal vez por eso me están pasando todas estas cosas extrañas. Por eso estoy ahora donde estoy, comenzando en el lugar al que llegué, por eso se me ha roto toda la ropa, por eso se me murió el teléfono, por eso mi negocio como traductor se ha desvanecido a pesar de los esfuerzos, por eso se han terminado varias de mis amistades y han empezado otras. Por los ciclos y por la posición de mi cuerpo en el continuo espacial y temporal del universo.

La luna está desapareciendo. La gente se está reuniendo en la calle y en el parque a mirar al cielo. Yo decidí quedarme en mi cuarto y escribir mientras veo la luna. Tengo la luz apagada, no tengo música, solo el ruido de la ciudad en domingo y las voces de los vecinos.

Con todo el asunto del ciclo y del cambio pienso en los sueños. Me pregunto de nuevo qué es lo que quiero para mi vida y para el futuro. Tal vez mañana me despertaré e iré a trabajar y el universo me habrá otorgado una vida nueva, una oportunidad de tener lo que siempre he querido. El universo, tal vez, me dará la posibilidad de cumplir mis sueños. Pero ¿cuáles son mis sueños?

Mientras hablábamos sobre el tema del futuro, Andrés Pablo me dijo el viernes que no tenía sueños. Puso cara de atormentado y con ojos de depresión me dijo que veía su vida como un espectador. Intenté explicarle que los sueños son oraciones simples que contienen sujeto, verbo y predicado. Que no hay una ciencia profunda sobre como construirlos. Uno solo hace oraciones sencillas con elementos que lo hacen sentir a uno complacido y con ganas de generar movimiento.  

-Yo + quiero + algo. Yo quiero una casa con un patio. Yo sueño con un esposo, yo sueño con estudiar en Estados Unidos o en Europa o en Brasil, con terminar un doctorado y escribir muchos libros. Yo sueño con viajar a muchos lugares y tener muchas experiencias y luego escribir crónicas, con hacer entrevistas y hablar con mucha personas. Yo sueño con conocerte, con ver tu nariz y tu boca y mirarte a los ojos y con conversar.

No se lo dije a Andrés Pablo, pero esa noche yo estaba realizando un sueño: estaba sentado con él conversando y fue tan simple como pensar que quería mirarlo y él lo hizo realidad porque vino a Bogotá. Y la conversación que tuvimos fue real y sentí que era un hombre guapo, simpático y atormentado por su propia cabeza. Pero charlamos como si nos hubiéramos conocido desde hace mucho rato.

El encuentro, sin embargo, fue anormal porque su actitud ante la vida me hizo sentir como un payaso optimista. Me reí todo el tiempo y puse siempre una perspectiva risueña ante la tristeza. No suelo ser así, pero eso me gustó por lo menos en ese momento.

Nos despedimos y me quedé pensando en los sueños.

Hay menos gente, hay niños jugando en el parque y hay menos ruido. La luna está cubierta mas allá de la mitad, solo queda un tercio de su luz y han pasado mas de cuarenta minutos desde el inicio del eclipse. No volverá a suceder sino hasta el 2033.

De un tiempo para acá me ha atacado el tema de los sueños. He sentido que hay algo que quiero y que ahora que aún tengo la fuerza me gustaría tenerlo. Pero no se qué es. No lo he logrado poner en palabras. Es algo que tiene que ver con el trabajo, con el sitio que quiero ocupar en el mundo y con lo que quiero lograr. La niña Hongo me ha dicho varias veces que los sueños, cuando uno los cuenta, tienen que ser muy específicos. Anoche me lo repitió mientras estábamos sentados en la casa de Alejandra, tomándonos una cerveza, en un encuentro que parecía un poco cósmico. Me encanta cuando ella habla de los sueños. Dice que uno tiene que pedírselos al universo descritos con pelos y señales.

-Quiero trabajar en una oficina que sea (inserte descripción de la oficina soñada); quiero estar en un lugar que sea así (inserte descripción del lugar a habitar pero con detalles específicos); quiero un marido que sea así (inserte descripción del hombre o la mujer soñados pero con señales particulares). Estoy seguro,  por eso estoy pensando en Andrés Pablo, en que es necesario aprender a soñar. Hay que hacer frases sencillas para describir lo que uno desea, lo que uno ama y lo que hace que uno no quiera tener miedo.

La luna se puso roja, desapareció después de languidecer y de entregarle a la oscuridad sus últimos milímetros de luz. Mamá regresó a casa y el gato se quitó el cuello que le impedía morderse las heridas. Está contento, salta por toda la casa como si acabara de despertar. Hay por lo menos 50 personas agolpadas en el parque mirando al cielo. No tienen miedo porque no hay rayos solares nocivos. El planeta está a punto de cambiar, la luna está apunto de desaparecer y de transformarse. Cuando haya completado su ciclo y regrese a su estado normal ya no seremos las mismas personas, estaremos al otro lado. Tendremos sueños nuevos y una mirada diferente.

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