sábado, 15 de junio de 2013

La depresión constante

Primero:
Estoy en un estado de depresión constante, como en los viejos tiempos. Hay una nube encima de mi cabeza que no me deja ver nada de lo bueno y a pesar de ser consciente de eso, no puedo quitármela de encima. Ella simplemente se instala, ahí se queda y no se va. No me pasa nada malo. No tengo nada malo, es algo que simplemente pasa, y me toca lidiar con eso, luchar contra la procrastinación y la tristeza hasta que simplemente desaparece, se va.

Segundo:
Me falta hacerle las últimas correcciones a la tesis antes de subirla a la plataforma y mandársela a mi asesora para que la vea y pensar en el asunto de la publicación. Pero la depresión del párrafo anterior no me deja hacer nada. Voy a trabajar como un zombi, veo mi vida desde afuera, veo el mundo desde las gradas absolutamente aterrorizado y no soy capaz de dar esos últimos pasos antes de terminar. Imagino constantemente un lugar mejor, un mundo mejor, una vida para mí mejor, lejos de mí, lejos de la depresión y lejos del peso que yo mismo me impongo. Imagino que me siento, escribo, corrijo, incluyo y termino.

Tercero:
Ayer me saludó mi ex por Skype. Me dijo que quería verme y hablar de tres cosas. Me dijo que aunque para mí no fuera importante para él verme y hablar si es importante. Me preguntó que iba a hacer el lunes y le respondí que trabajar y que tenía una cita al médico. Tengo una cita al médico el lunes, pero es una cita con el cirujano plástico que me va a revisar la herida de la cara y probablemente me va a quitar los puntos y a decirme que cosas tengo que hacer.

Me reí. Me parece muy divertida su actitud de intentar sonar serio y de querer demostrarme que para él todo es un asunto muy formal. A mi también me importan los formalismos pero no pretendo pasar por formal. Creo que el problema que yo tengo es que siempre quiero agradar, demostrarle a la gente que soy amable y bueno y que son afortunados al toparse conmigo. Con él me pasa lo mismo, quiero que sepa que no lo odio, que no lo detesto, que no es mi enemigo y que no le guardo rencores, pero a pesar de eso no tengo ninguna intención de encontrarme con él.

A principios de este año hablé con mi mamá, hablé con Lina, hablé con Franco y todos me han dicho que no vaya a cometer el error de encontrarme con él. Las palabras específicas de Lina fueron: “cada vez que te encuentras con él terminas vuelto mierda y él se aprovecha de tu necesidad compulsiva de ser bueno, de ser buena gente”. Así que teniendo esas palabras más en mente, he decidido no verlo.

Le dije que no tenía tiempo, que me disculpara pero que estaba muy ocupado y él me dijo que se iba en dos semanas, que por eso pensaba que tenía que hablar conmigo. Le dije que si no nos veíamos antes de que se fuera pues que podíamos hablar por e-mail, que recordara que para mí con él, todo bien, que yo no tengo ningún drama, que cero rollos, que podríamos hablar después.

Me respondió que tal vez ya no sabía si se podía después. De él ya me es conocida la estrategia de salir con ese tipo de cosas, de inventarse planes eternos en los que se va y no regresa, en los que lo contratan de naciones unidas o de alguna ONG muy importante o de empezar carreras nuevas en la uni. Eso me pasó el año pasado y cuando terminamos el aún estaba en el mismo lugar que seis meses antes y solo eran estrategias para hacerme sentir mal o para quedar el mejor.


No le pregunté más. Le recordé que me puede escribir por email si necesita algo y le deseé suerte en su viaje. 

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