Yo tengo la extraña idea de que nadie me
lee en Twitter. Desde que empecé con esta cuenta siempre he intentado guardar
un bajo perfil, nunca me ha interesado mostrar mi rostro y tampoco ha sido mi
objetivo crear un red de amigos. Lo único que yo quería cuando inventé a Lolo
el Rolo era tener un espacio donde pudiera lanzar madrazos al mundo, expresar
mis opiniones y hacerlo lejos de la mirada juzgona de mis conocidos, familiares
y amigos. Comprendí a fuerza de golpes el riesgo que implicaba poner mis emociones
en público y por eso decidí reservarme mi identidad. Muchos ahora saben quién
soy pero hasta ahora –incluso en mis épocas de mayor tráfico y mayor
movimiento— me he dedicado a escribir de lo que pienso y a contar historias
sobre mi vida sin esperar a que alguien me las valide, ya que en serio pienso
que nadie me lee y que no a muchos les importa lo que yo tenga que decir.
Sin embargo, como a veces lo que uno
cree no es la realidad, me di cuenta de que alguien sí me leía. En un momento
de soledad nocturno se me ocurrió poner un tweet en el que hablaba de dos
personas. ¿Qué fue lo que me sucedió en ese instante? Un bache puro de
melancolía y debilidad. Y luego alguna persona que me seguía vio el mensaje y
decidió mencionar a una de las personas de las que yo hablaba y a su actual
pareja. El tweet si hablaba de uno de ellos, pero no sobre el otro. Las dos
personas mencionadas por mí no están (hasta donde sé) relacionadas,
pero la persona que los mencionó luego lo tomó así.
No dije nada, borré el tweet y me acosté
a dormir, pero al día siguiente mis propias palabras y el hecho de que la
resonancia de mi tweet afectara a alguien no dejaban de atormentarme. ¿En serio
alguien lee lo que yo digo a pesar de que desde hace un par de meses soy un
paria del Twitter y mis interacciones son bastante pocas? ¿en serio alguien se
tomó el trabajo y el tiempo de comunicárselo a otras personas? ¿por qué fue que
se me ocurrió escribir un tweet melancólico acerca de alguien con quien no he
cruzado una sola palabra en dos años? ¿qué es lo que me llevó a expresar mi
resentimiento por un personaje con quién no he tenido ningún contacto en este
tiempo?
Aquí me quito la capa, me sacó las
espuelas, abro el corazón y se lo cuento mi querido lector imaginario: me
rompió el ego. A mi una patada en el ego me duele más que una cuchillada al
corazón. El sujeto al que se refería el tweet fue, en su momento, una persona
con la que tuve un acercamiento sentimental. No llegamos a tener una relación
seria, no fuimos nada concreto, pero a mi me gustaba mucho. Es extraño que a mi
alguien me genere ese tipo de emoción, que me haga querer volcar mi tiempo y
dedicarle mis atenciones. Yo nunca he sido un cazador, yo siempre he sido una
presa inalcanzable así que hacerme el vulnerable para dejarlo entrar no fue
fácil. Pero lo hice y él, durante un par de semanas, me entregó sus palabras
amorosas, su comprensión, sus llamadas, su cama y un par de promesas (me pintó
pajaritos en el aaaaaaaire) y luego, como sucede tan a menudo, se patraseó. Eso
lo entiendo, entiendo que el corazón también puede cambiar de opinión y lo he
visto suceder tantas veces que ya no me molesta. Lo que si me molestó y el
problema real para mi fue que no me contara de frente que había vuelto con su
ex. Simplemente lo publicó en Twitter igual que lo hace con todo el
resto de su existencia. Y eso me dolió. Me dolió que prefiriera a alguien más y
que no tuviera la cortesía de decírmelo.
Y yo me sentí tan humillado, tan usado,
tan mentido que cogí sus palabras y sus promesas y las envolví con mi rabia y
las guardé en un cajón y lo dejé ir de mis redes y de mi cabeza y no
volvimos a conversar y ese resentimiento se me quedó ahí, incubandose un
poquito en el inconsciente hasta que un día, años después, se me ocurrió poner
un tweet y alguien, que yo no conozco, lo mencionó a él y mencionó a su pareja.
Pero la verdad es que con ellos yo no tengo nada que ver.
Aún así considero que si algún daño
causé pues pido disculpas. Me disculpo por el exabrupto que haya podido causar.
No se las pido a él de frente porque no hablo con él y porque considero que
hacerlo sería inútil. Tan inútil como él consideró que era contarme a mí que se
había vuelto a reunir con su ex. Tan inútil como pedirme disculpas por patearme
el ego y por haber dicho que adoraba pasar tiempo conmigo y “vibrar en un mismo
nivel”, que se imaginaba un futuro e incluso hijos conmigo, que quería
abrazarme y besarme y que luego, a pesar de lo dicho, prefiriera volver con su
ex y no decírmelo.
Yo lo lamento, lamento las palabras que
dije. Así como también lamento las palabras falsas e hirientes que me han
dicho. Pero yo a esa situación más leña no le voy a botar. Prefiero enviar por
aquí mis disculpas y espero cerrar ese capítulo y aprovecho para entregarle al
universo ese remordimiento que me quedó. Ya no quiero tenerlo más.
Para ser sincero, siento que gran parte
de los problemas que he tenido últimamente son porque guardo rencores. Después
de los años sigo pensando en lo que en algún momento alguien me dijo, o en lo
hirientes que fueron tales palabras, en lo poco que a alguien le
importé. Tomo esos instantes y los convierto en una masa de dolor que crece y
burbujea bajo la superficie. No obstante siempre debo recordar que ya eso no lo
puedo cambiar porque está atrás y ya se fue. Eso ya no tiene vuelta de hoja y
lo único que puedo hacer es entregárselo a la maquinaria del universo para que
lo arregle.
Para mí ha llegado al tiempo del borrón
y cuenta nueva. Los acontecimientos vitales de estos últimos tres meses me
dejan al borde de un camino nuevo y es momento de comenzar en blanco
emocionalmente, es tiempo de olvidarme de Juan y del barbón que me pretendía
pero que era más promiscuo y era más lobo con piel de oveja que el putas, del
man pilísimo que me gustaba pero que consume drogas y alcohol y va a saunas, de
Iván, de aquellos de quienes me quise enamorar y no pude, de todas esas
personas a quienes quise amar y no me quisieron y a quienes quisieron quererme
pero no lograron convencerme lo suficiente.
A todos mis disculpas y a todos mi
absolución.
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