miércoles, 15 de mayo de 2019

Dos golpes



Hace algunas noches estaba acostado en mi cama a punto de quedarme dormido; ya había apagado el computador y lo había puesto en el suelo, me había arropado y puesto la cabeza sobre la almohada con el rostro hacia el closet. De repente sonaron dos golpes. Quedé despierto. Perplejo.

Mi descripción inicial del incidente incluía la frase “le pegaron al escritorio” o “alguien le dio dos palmadas fuertes al escritorio”. Decidí omitir en narraciones posteriores el sujeto de la frase porque no tengo forma de saber quién o qué fue lo que ocasionó el ruido de los golpes.

Como antes de dormir la había abierto la puerta a Dante para que saliera, pensé que tal vez los golpes tendrían algo que ver con él. Tal vez había sido Pamela queriendo decir algo. Tal vez había sido alguna visita sideral pero estoy intentando eso de dejar de mistificarlo todo.

Cada golpe, cada ruido, cada soplo de viento, el calor y el frío han dejado de ser fenómenos naturales comunes y por obra y gracia del accidente se han convertido en manifestaciones del más allá. Eso me tiene un poco cansado e incluso ansioso y es la razón por la que quiero dejar de pensar en ello.

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