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domingo, 30 de octubre de 2016

La muerte de Elvira


Elvira, Mario, Rosa y Carlos.
Hoy, al medio día fuimos a almorzar con Betty, una cuñada de mi abuela, viuda de Augusto, uno de sus hermanos. Betty es uno de esos personajes que, junto con sus hijos y nietos, ha estado presente en toda nuestra vida familiar en Bogotá y en el Valle. Desde que recuerdo, Betty, Claudia y Guillermo nos han acompañado y han hecho parte de navidades, bodas, bautizos y cumpleaños. Durante el almuerzo mi mamá y Betty conversaban de lo usual, sobre las viejas amistades, la familia extendida, viajes, las primas, los hijos de ellas y sus nietos, pero en un momento la conversación llegó a un punto que me interesaba: la tía Elvira. 
Elvira Correa era una de las hermanas de mi abuela y una de las personas más importantes durante mi infancia. Cuando estábamos pequeños mis papás solían mandarnos a mi hermano y a mi a pasar vacaciones en su casa en Tuluá. Ella siempre nos quiso mucho y nos consentía y se encargaba de nosotros como si fuéramos sus propios nietos.
Elvira murió en 2004, lo recuerdo claro porque eso pasó cuando regresé de Inglaterra. Mi mamá me contó que había muerto después de hacer una llamada de teléfono o durante un almuerzo y recuerdo que me dolió porque no pude hacer más acerca de eso. No pude llamarla, ni conversar con ella, ni despedirme porque ella simplemente ya no estaba y nadie sabía que para mí era algo importante.
–¿De qué murió Elvira? le pregunté a Betty.

martes, 18 de agosto de 2015

8. Natalia la fotógrafa

Natalia me preguntó mi edad y yo le pedí que adivinara. Se puso la mano sobre la cara para cubrirse del sol y mirarme con mas detalle.
-No tienes mas de 27.
-33.
-¿Tomas vino? Preguntó después de reírse.
-Si.
-El vino es antioxidante, la gente que toma vino no envejece.
Desde que la vi en la mañana con su piel blanquísima y un delineado negro encima de los ojos sentí que tenía que conversar con ella. En la presentación del taller comentó que era fotógrafa, que se había graduado del colegio hace mucho rato, el 2009, y que había empezado a estudiar sociología en Manizales. Entró al taller porque quería aprender sobre medios de comunicación. Cuando salimos al almuerzo le pregunté dónde estudiaba y qué le gustaba. Le conté sobre la crónica que estoy escribiendo. Hablamos de postales, de Bogotá, de fotografía digital y análoga, charlamos como si nos conociéramos de siempre. Me senté a su lado a comer mute con arroz y plátano maduro preparado por la gente de saberes y sabores. Escuché cuando Natalia le contó a una de las compañeras que no había terminado sociología pero que los temas de la carrera le gustaban mucho y que disfrutaba leer a Bourdieu.

Antes de terminar el almuerzo y mientras tomaba limonada con panela le confesé a la fotógrafa jovencita que era la primera vez en mi vida que me invitaban a almorzar en un cementerio.